Artículo escrito para Ciudad Zen:
http://permasalud.blogspot.com/2013/01/la-salud-como-camino.html#more
“Mientras no produzcamos lo que comamos seguiremos desnudos frente a la Madre Tierra. Una vez que produzcas tus alimentos te verás en sueños tal cual eres”
Abuelo de América
Cada día la gente recuerda la importancia de trabajar la tierra, ya sea por su valor ecológico, recreacional, social, nutritivo, etc. Este paneo de sobre quiénes trabajan la huerta y para qué, nos muestra el valor multidimensional del huerto.
El deterioro de la tierra por los agrotóxicos, erosión y otros factores nos han llevado a profundizar en nuestra creatividad para encontrar métodos de preparación de la tierra que abren un abanico creciente de tipos de huertas, como por ejemplo: camas altas, parades en cresstal, huertos verticales, techos vivos, espirales de hierbas, huertos dinámicos, camas bajas, huertos mandala, etc… y como estos se integran en un concepto de diseño que incorpore la mayor cantidad de relaciones humanas: espirituales, económicas, educacionales, en construcción u otras, para ir generando ordenamientos territoriales inteligentes. Vamos a paso tortuga, sin prisa y sin pausa, para ordenar de la mejor manera nuestros asentamientos. Este orden se ve reflejado en la interacción armoniosa con la Naturaleza que se sintetiza en paisajes más bellos, auténticos, saludables, sustentables y pacíficos.
Agregado a esto, nos ayuda a tener mayor conciencia sobre el espacio-tiempo al tener que conectarnos con los ciclos circadianos, estacionales, lunares y acoplarlos a los ciclos vegetales de cada especie.
Esta relación nos entrega una comunicación recíproca donde cada parte se ve beneficiada ya sea el barrio, la familia, las plantas, el planeta y todos los seres que lo habitamos.
A pequeña escala podemos darnos cuenta con una mejoría en la calidad de vida relacionada con la salud, lo cual demuestra el beneficio compartido hacia las relaciones cercanas. La alimentación cada vez se hace más local y se potencia los mercados locales a través de los pequeños agricultores. El camino a producir nuestros propios alimentos es parte de ser “prosumidor” (producir lo que consumimos) trabajando nuestra seguridad y soberanía alimenticia. Tener y consumir alimentos que estén en contacto con ambientes comunes a nosotros, afina nuestra inteligencia inmunológica y nos entrega un mejor panorama que los “alimentos viajeros” o lejanos.
Además, generar espacios comunes recreacionales para la familia nos puede otorgar un re-posicionamiento de la familia como pilar de la sociedad y una recuperación del capital social que cada vez se pierde más por los medios sociales.
Podemos seguir y seguir escribiendo sobre el eterno océano de beneficios. Más lo único que queda es ir a los bancos de semillas orgánicas o intercambiar semillas para equiparse y con firme determinación, empoderamiento y confianza en nuestra sabiduría ancestral empezar la mayor revolución de tu vida: sembrar.
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